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Tejiendo sonidos


Existen dos formas de concebir y desarrollar la creación musical. Una está relacionada con la “música culta”, aquella en la que los aspirantes reproducen grandes obras maestras que han transcendido en la historia de la música. La otra forma de creación musical son los sonidos populares que plasman el pensamiento idiosincrático que se ha trasmitido de generación en generación, mediante la oralidad.


Adolfo Díaz, clarinetista de la Orquesta Sinfónica de Bogotá, afirma que en Colombia la música puede llegar a generar mayor impacto que la política porque las notas no tienen intereses de poder tan explícitos como los discursos políticos. Por lo tanto, la música es eso que llega a todo el mundo sin sesgue sociolectos en una comunidad. Los mensajes de guerra y de paz son un producto de instituciones politizadas con intereses propios, no comunes. En cambio, la música es una expresión pura que se interesa intrínsecamente por el bien común.


Mientras tanto, Nirvana Sinti, dejo de una lado la forma hegemónica de educación musical y decidió inclinarse por por los ritmos más autóctonos. Ella defiende la idea de que para aprender música, es necesario adentrarse en la cultura y en la realidad social de la que provenga en instrumento. Esta mujer dedica su vida al Sicu, un instrumento musical que construye comunidad.


Así la música incide sobre los vínculos sociales que permiten generar una relación entre las personas. “La música te enseña ser mejor persona, a pensar en el otro. Desde el momento en que tú piensas en el otro para sonar, eres capaz de interesarte por él y preguntarle, ¿cómo ha sido tu día?” dice Nirvana.


La reunión de varios Sicus (sonidos de viento), ensamblan melodías en tropa. Tocar el Sicu en grupo, implica aprender a ser individuo y luego a ser pareja hasta que comienza se a construir comunidad. El sonido se va tejiendo entre diálogos que fortalecen las relaciones interpersonales.


En Colombia, hay más de cien géneros musicales y cada región tiene alrededor de treinta que le son propios. Desde la autoaceptación y el aprovechamiento de esa cultura, se debe comenzar a crear una conciencia de paz que logre integrar los sonidos clásicos y populares, tomando la disciplina de la academia y la esencia del vox pupuli en el que están inmersas las comunidades.


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